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Historia de la Congregación de las Hermanas de la Providencia

En cada época, el contexto cultural, económico y político en el cual vive la población requiere de las Hermanas de la Providencia que se adapten a las necesidades urgentes y múltiples de los pobres. La historia de la Congregación se extiende sobre casi ciento setenta y cinco años. La hemos resumido aquí en grandes etapas. Si tiene cualquier duda o consulta, no dude en contactar con nosotros.

La obra antes de la Congregación, 1800-1841

Futura fundadora de la Congregación, Emilia (Émilie) Tavernier, nace en Montreal, Quebec (Canadá), en 1800 y crece en una ciudad que se transforma rápidamente y cuya población se quintuplicó al principio del siglo XIX. Se construyen casas que no cuentan ni con agua corriente ni alcantarillado. Los arroyos y ríos en la isla están contaminados y muchos niños y adultos mueren de enfermedades contagiosas. Una crisis económica aflige esta colonia británica y Estados Unidos le declara la guerra. El trabajo es muy precario; hay una gran población de vagabundos y mendigos.

Los pobres pasan hambre y la madre de Emilia Tavernier siempre da a quienes van a pedir limosna  a su puerta. Tras la muerte de su madre, Emilie es educada por su tía quien le transmite los mismos valores. Gracias a esta educación siempre se encargará de los pobres. Siendo adulta, la importancia de esta atención en su vida la acercará a un vecino, Jean-Baptiste Gamelin, quien comparte su visión de la caridad y  con quien en 1823 contrae matrimonio. De la feliz familia nacen tres hijos. Dos de ellos mueren muy jóvenes, luego fallece el Sr. Gamelin en 1827. Su tercer hijo muere al año siguiente.

Después de quedar viuda y de perder a sus hijos, Emilia Tavernier Gamelin encuentra consuelo en la contemplación de María, Madre de los Dolores y elige dedicar sus esfuerzos y su amor al socorro de los pobres. Además de las actividades que realiza con las organizaciones caritativas, tales como visitas a familias pobres, colecta y distribución de limosnas y comida, cuidado a los enfermos y visita a las personas encarceladas, también alberga a ancianas y discapacitadas, sin recursos, siempre confiando en que  la Providencia proveerá y responderá a las necesidades de sus protegidas.

La señora Gamelin, cariñosamente llamada la «Providencia de los pobres», y su obra son bien conocidas por la gente de Montreal de quienes recibirá ayuda caritativa para alojar y alimentar a sus protegidos. Viendo que sus diversos refugios crecen constantemente, Emilia Gamelin se une a familiares y amigos para formar una sociedad anónima que pueda apoyarla  en sus esfuerzos. También acoge en su propia casa a huérfanos víctimas de la epidemia de cólera, en 1832.

En 1836, la señora Gamelin obtiene una casa más grande; Emilia y sus veinticuatro protegidas se trasladan a la «casa amarilla». Esta nueva casa recibe el nombre de Casa de la Providencia.

En 1841, la Casa de la Providencia recibe su incorporación civil bajo el nombre de «Corporation de l’Asyle des femmes âgées et infirmes de Montréal» (Corporación del asilo de las mujeres mayores y discapacitadas de Montreal) y Emilia Tavernier-Gamelin es elegida directora de esta corporación.

Monseñor Ignace Bourget y la fundación de las Hijas de la Caridad, Siervas de los Pobres (Hermanas de la Providencia), 1841-1851

Monseñor Ignace Bourget pasa a ser colaborador y consejero de Emilia en 1840, por ser obispo de Montreal (1840-1876). Es un hombre de acción y que tiene grandes proyectos para la organización de la vida pastoral y social de la metrópoli. Él está familiarizado con la obra de la  señora Gamelin y sus Damas de la Caridad y considera su trabajo como una obra que será importante para la realización de su visión.

Monseñor Bourget invita a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de París, Francia, quienes se encargarían de asumir la obra de la señora Gamelin y asegurar su perennidad. Ahora bien, cuando la construcción del futuro Asilo de la Providencia está en marcha, monseñor Bourget se entera de que las Hijas de la Caridad en París no vendrán. Dada la urgencia de las necesidades, pronto decide fundar una comunidad de religiosas canadienses: las Hijas de la Caridad, Siervas de los Pobres.

El 25 de marzo de 1843, siete jóvenes mujeres toman el hábito de novicia. La señora Gamelin permanece como directora laica de la obra.  En mayo, las residentes, las novicias y la señora Gamelin dejan la «casa amarilla» para instalarse en el nuevo Asilo de la Providencia, ubicado en la esquina de las calles Sainte-Catherine y Saint-Hubert.

Después de largas reflexiones y oraciones con su confesor, la señora Gamelin siente cada vez más la llamada a la vida religiosa. Monseñor Bourget le pide que primero visite a las Hermanas de la Caridad en Emmitsburg, Maryland (Estados Unidos), para pedir prestada una copia de las Reglas de San Vicente de Paúl. A su regreso, Emilie toma el hábito de las Novicias de la Providencia, el 8 de octubre de 1843.

El 29 de marzo de 1844, Monseñor Bourget erige canónicamente la Congregación. Un grupo de siete novicias entre las cuales se encuentra Emilia Gamelin pronuncia los votos de pobreza, castidad, obediencia y de servicio a los pobres, en la capilla del Asilo de la Providencia. Emilia Tavernier Gamelin, entonces hermana Gamelin, es elegida superiora de la comunidad, una posición que ocupa hasta su muerte el 23 de septiembre de 1851.

Al momento de la apertura del noviciado en 1843, las obras del Asilo consisten en alojar a mujeres mayores indigentes y a huérfanas, en visitas a domicilio a los pobres y a los enfermos, visitas a los presos, y formación de muchachas para el servicio doméstico. Poco después, un sacerdote incapacitado es albergado y varios más lo seguirán. Durante la misma década, las hermanas comienzan sus intervenciones con los «alienados», es decir las personas que sufren alguna enfermedad mental, al mismo tiempo en que se enfrentan a las epidemias de tifus (enfermedad transmitida por piojos y pulgas) y de cólera (enfermedad transmitida por el agua contaminada). Abren un refugio para los huérfanos irlandeses víctimas del tifus y se hacen cargo de una escuela para niñas. El 19 de febrero de 1851 se abre oficialmente la obra de las «sordas-mudas».

 

La proyección de las pioneras, 1852-1890

En Quebec, provincia canadiense natal de Emilia Tavernier-Gamelin, fundadora de las Hermanas de la Providencia, centenares de jóvenes respondieron a la llamada a la vida religiosa, siguiendo los pasos de la fundadora. Se las ingeniaron para ofrecer a la sociedad y la Iglesia, su talento y su pericia tanto en los servicios de educación,  como en los de salud y en los servicios sociales. Han sido instrumentos importantes de la evolución de la sociedad, ayudando a los desamparados a salir de la indigencia.

Las Hermanas de la Providencia fueron rápidamente llamadas a extender sus actividades ya que las necesidades eran muchas y urgentes. Profundamente impregnadas del carisma de su fundadora, respondieron al grito de las personas necesitadas, ya sea en zonas urbanas o en lugares más remotos y pobres. A menudo aceptaron ir adonde nadie podía o quería ir. Las hermanas viajaron a caballo, en carreta, en tren, en barco y hasta en trineos tirados por perros, para ir en ayuda de los necesitados, desde Alaska hasta el sur de Chile.

 

Chile

El 18 de octubre de 1852, Madre Bernarda Morin (Venerance Morin Rouleau, 1832-1929) y cuatro compañeras parten hacia el territorio de Oregón a petición del obispo de la región. Encontrándose en la imposibilidad de instalarse en Oregón, suben a bordo de otro barco rumbo a Montreal, porque en esa época aun no hay trenes que atraviesen América del Norte.  Hacen escala en Valparaíso, Chile, el 17 de junio de 1853.

Sin conocer las costumbres o el idioma de esta tierra,  aun así las hermanas deciden responder a las necesidades urgentes de los pobres, a petición del obispo local que ve en ellas un signo de la Providencia. Se hacen cargo de un orfanato en Santiago será la primera de las muchas casas de la Providencia en Chile. El 17 de marzo de 1880, un decreto apostólico de la Santa Sede constituye a las Hermanas de la Providencia de Chile en una nueva Congregación separada de la Congregación de Montreal. El 7 de diciembre de 1905, las Constituciones de las Hermanas de la Providencia de Chile son aprobadas definitivamente por el Papa Pío X. Se llamarán durante casi cien años Hermanas de la Providencia de Chile, sin que su Carisma o su espiritualidad se aparten del espíritu de Madre Gamelin. Con los años, las Hermanas de la Providencia de Chile abren escuelas, colegios, internados, orfanatos y hospicios para personas mayores en todo Chile.

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Vermont (Estados Unidos)

El 1 de mayo de 1854, la diócesis de  Burlington, Vermont , Estados Unidos, construye un edificio  donde se ubica Providence St. Joseph , un orfanato del que se encargan las las Hermanas de la Providencia venidas desde Montreal. Ahí, ellas acogerán  y se encargarán de los niños hasta fines de los años 60. Fuera de esta primera obra, las Hermanas de la Providencia extenderán su acción a través  del estado de Vermont, multiplicando sus obras en educación, salud y servicio social.

Noroeste de Estados Unidos

Después de la primera misión a los Estados Unidos que había resultado infructuosa, Madre Joseph del Sagrado corazón (Esther Pariseau, 1823-1902), acompañada por cuatro Hermanas de la Providencia, llega al territorio de Washington, Estados Unidos, en diciembre de 1856. Menos de un año después de su llegada, estas hermanas fundan el primer hospital y una de las primeras escuelas en Vancouver, Washington.

Durante los 46 años que siguen, Madre Joseph y las hermanas responden a las necesidades de la población de la región, mediante el establecimiento de hospitales, escuelas, orfanatos y hogares para ancianos y discapacitados mentalmente. Las Hermanas de la Providencia del Noroeste de Estados Unidos extienden sus ministerios hacia el este en Montana e Idaho, hacia el sur, en Oregón y California, hacia el noroeste Canadiense y en Alaska, ofreciendo sus servicios a toda persona que los necesita.

 

 

Oeste de Canadá

El 6 de julio de 1886, las Hermanas de la Providencia establecidas en el noroeste de los Estados Unidos cruzan la frontera norte del país y fundan un hospital en New Westminster, Columbia Británica. Es su primera misión en el oeste de Canadá.

Con la llegada de varias hermanas de Montreal, las obras de las Hermanas de la Providencia en Canadá occidental se multiplican rápidamente, extendiéndose al este hasta las Praderas (provincias centrales del país: Alberta, Saskatchewan y Manitoba) y el territorio de Yukón al norte. Como en todas partes adonde han ido, se encargan especialmente de proporcionar atención y comodidad a las personas ancianas, las personas en situación de calle y a los huérfanos, principalmente dándoles atención médica y haciendo visitas a domicilio. También enseñan en escuelas indígenas. Además de realizar sus ministerios en ciudades grandes como Vancouver y New Westminster en Columbia Británica, Calgary y Edmonton en Alberta, trabajan en zonas rurales y remotas, donde la falta de recursos las obliga a desarrollar una gran capacidad para la inventiva y el ingenio.

 

Hermanas de la Providencia de San Vicente de Paúl en Kingston, Ontario (Canadá)

A mediados del siglo XIX, el obispo de Kingston, Ontario (Canadá), se comunica con las Hermanas de la Providencia de Montreal para ver si podrían iniciar obras para ayudar a los ancianos y los huérfanos de su ciudad. Cuatro Hermanas de la Providencia llegan a Kingston en diciembre de 1861 para participar en la fundación de una comunidad, las Hermanas de la Providencia de San Vicente de Paúl. Después de haber formado a las hermanas de la nueva congregación a las costumbres y Reglas de San Vicente de Paúl como las viven las Hermanas de la Providencia y haber comenzado algunas obras, las hermanas fundadoras regresan a Montreal el 14 de septiembre de 1866.

 

Hermanas de Nuestra Señora de los Siete Dolores (1887)

Desde 1851, hermana Albine Gadbois (1830-1874) se dedica a la obra con personas  sordas mudas, para la enseñanza a las niñas sordas, respondiendo así a una necesidad en esta segunda mitad del siglo XIX. La Institution des Sourdes-Muettes de Montréal (Institución de las Sordomudas de Montreal) abre en 1851; tres hermanas de la familia Gadbois, también Hermanas de la Providencia contribuyen al desarrollo del establecimiento.

Algunas de las jóvenes que viven en la Institución manifiestan el deseo de entrar en una comunidad religiosa. El 1 de abril de 1887, las Hermanas de la Providencia erigen un noviciado en la Institución de las Sordomudas y fundan la comunidad ahora conocida como las Hermanas de Nuestra Señora de los Siete Dolores (s.n.d.d.).

El ministerio de esta comunidad se dirige a las personas sordas o con problemas de audición. Están involucradas en la pastoral para personas sordas, en el acompañamiento de personas mayores sordas y varias organizaciones caritativas relacionadas con la comunidad sorda.

La llegada del siglo XX, 1890-1961

En los albores del siglo XX, la industrialización de las ciudades atrae a los inmigrantes, y también a la gente del campo. La aglomeración urbana de Montreal tiene más de 325.000 habitantes, es decir más de trescientas veces la población que había a principios del siglo anterior.

Las Hermanas de la Providencia trabajan entonces en unas cien instituciones que han establecido. Esta red está formada por casas para personas mayores, escuelas, internados y orfanatos, así como también decenas de hospitales. Asimismo, cuidan a personas que sufren alguna enfermedad mental, ofreciéndoles atención médica especializada en hospitales, en lugar de una vida de miseria o encarcelamiento. Las hermanas también se dedican al servicio social con los pobres y hacen visitas a domicilio.

Siguiendo el ejemplo de Emilia Gamelin, las Hermanas de la Providencia, buscan desarrollar la atención médica en los hospitales, siempre con el objetivo de tratar mejor a los que sufren. Viajan para estudiar las más modernas técnicas de atención médica y promueven la investigación en los hospitales. Todos los hospitales principales, es decir veinticinco de ellos, tienen una escuela de formación de enfermeras; además hay varias escuelas de profesiones hospitalarias. También innovadora en enseñanza, las religiosas crean escuelas para niños con discapacidades intelectuales.

Al igual de toda la sociedad civil, la Congregación se desarrollará a través de los trastornos de la primera mitad del siglo XX: crisis económica y guerras mundiales, y también los principios de la emancipación de las mujeres, la llegada del arte moderno y la explosión de descubrimientos tanto tecnológicos como científicos. La Comunidad crece y al final de los años cincuenta, hay más de tres mil Hermanas de la Providencia al servicio de las personas necesitadas.

 

El impacto del Concilio Vaticano II, 1962-2000

En 1962, el papa Juan XXIII abre el Concilio Vaticano II. Clausurado en 1965 por el papa Pablo VI, el Concilio instaura reformas profundas a la vida religiosa, en un deseo generalizado de renovación de la Iglesia católica romana. Paralelamente a estos grandes movimientos de la sociedad y de la Iglesia, la Congregación de las Hermanas de la Providencia emprende diversas transformaciones para adaptarse a las realidades contemporáneas. En 1962, la Casa Madre, la Administración General, el noviciado y la enfermería de las hermanas se trasladan desde la calle Fullum a Cartierville, barrio del norte de Montreal, a la dirección actual de la Casa Madre. En 1963, después del traslado de las obras a otro edificio, el Asilo de la Providencia es destruido para dar paso a la construcción del metro de Montreal. En los mismos años surgen grandes centros de formación para religiosas en Edmonton, Alberta, Canadá e Issaquah, en el estado de Washington, Estados Unidos, con el fin de satisfacer las necesidades de las nuevas hermanas de la Congregación. Después del Concilio, el traje religioso regular es cambiado en 1967-1968 y 1970 permitiendo a las hermanas  portar ropa laica para facilitar sus actividades en distintos lugares donde realizan su ministerio.

La década del 1960 es el marco del acercamiento providencial entre las hermanas de la Congregación de Chile y de la Congregación de Montreal. La Superiora General de las Hermanas de la Providencia de la Chile es invitada para el traslado de los restos de Madre Gamelin en 1962 y, después de conversaciones, hermanas de las dos comunidades prueban la vida y el trabajo en común en lugares de la otra comunidad. Descubren entonces la similitud de los valores y del Carisma que comparten.  El 1ro de julio de 1970 marca la unión definitiva de la Congregación chilena con la de Montreal, por un decreto de la Santa Sede. La región donde trabajan las hermanas chilenas pasa a llamarse Provincia Bernarda Morin, por el nombre de su fundadora.

En un contexto de secularización en Quebec, varias obras de la Comunidad son entregadas a manos de las administraciones públicas, particularmente en las áreas de educación y salud. Sin embargo, las hermanas todavía desean responder a las necesidades urgentes y múltiples de los pobres, siguiendo los pasos de Emilia Gamelin. Ellas buscan formas que permitan a las personas y a los pueblos desarrollarse por sí mismos. En el Capítulo General de 1974 nace la idea de crear una fundación para satisfacer las necesidades de los más pobres de la tierra. Desde el 1980, la Fundación Internacional Roncalli  se incorpora distintamente de las Hermanas de la Providencia; más de nueve mil programas, destinados a víctimas de desastres naturales y a pueblos viviendo la extrema pobreza han sido  apoyados financieramente.

Por otra parte, el Concilio Vaticano II también llama a los religiosos y religiosas para que extiendan su celo misionero en a toda criatura, en el decreto Ad Gentes. Animadas por un sentimiento de compasión hacia los más pobres, las hermanas responden generosamente y los ministerios se multiplican en nuevas tierras: Argentina (1963-2016), Siria (1963-1967), Camerún (1970-2015), Túnez (1971-1972 y 1982-1984), Argelia (1972-1979), Nigeria (1973-1981), Haití (1976 hasta la fecha), Egipto (1977 hasta la fecha), Filipinas (1989 hasta la fecha) y El Salvador (1995 a la fecha). Casas de formación se abren en Quezon City, Filipinas (1989 hasta la fecha), Febe, Camerún (1990-2015) y Puerto Príncipe, Haití (1999 a la fecha).

Durante el periodo de expansión de los ministerios en el extranjero, todavía en el contexto tras el Concilio Vaticano II, un número mayor de laicos participan en los ministerios de la Iglesia. ¡La Providencia siempre se manifiesta bajo formas prometedoras de esperanza y descubrimientos! A las Hermanas de la Providencia, esta confirmación se realiza por el nacimiento de un movimiento laico de Asociadas y Asociados Providencia. Durante la década del 1960 y 1970, mujeres y hombres inspirados por el ejemplo de la vida de Madre Gamelin manifiestan su deseo de formar parte de la familia Providencia. A partir de su Capítulo General de 1982, las Hermanas de la Providencia dan la bienvenida a las Asociadas y los Asociados Providencia en todas las regiones donde están implicadas.

 

Una congregación internacional, intercultural e intergeneracional, 1985-...

En 1987, en un esfuerzo para revitalizar la vida comunitaria y restablecer el equilibrio de la distribución de las obras en el este de Canadá, se realiza una importante reconfiguración de las provincias de la Congregación (el mismo ejercicio se hará en el noroeste de Estados Unidos en el año 2000). Esta reorganización del trabajo y de la vida de las religiosas les permite vivir un desprendimiento grande, una transformación personal y comunitaria, y un nuevo comienzo con confianza completa en la Divina Providencia.

A partir de la década del 1990, hay cada vez más oportunidades de reuniones internacionales sobre el renacimiento de la vida religiosa y comunitaria, la profundización de la vida espiritual, de la espiritualidad de la Providencia en relación con la espiritualidad de la creación. Este incremento en el compartir es proporcional a la multiplicación de los medios innovadores para satisfacer las necesidades urgentes de los pobres. Urgidas por el amor de Cristo, inspiradas por la pasión de Emilia Tavernier-Gamelin, las hermanas de la Congregación están arraigadas en la realidad de la sociedad contemporánea. Por lo tanto dan prioridad a la adquisición de formación en las dimensiones multiculturales, internacionales e intergeneracionales .

El avance de la Comunidad es favorecido por el desarrollo de un liderazgo circular basado en los cuatro valores siguientes: el discernimiento en la toma de decisiones; una actitud de corresponsabilidad en la participación en la vida de la Congregación; el enfoque femenino; y la interculturalidad.

Con el objetivo de dar a la congregación un verdadero  Centro Internacional Providencia, adecuado a las nuevas necesidades de los encuentros, se empiezan obras de renovaciones en 2003, en el edificio de la calle Grenet 12055, en Montreal (dirección de la Administración General), una sección adyacente a la Casa Madre. La inauguración y la bendición del Centro Internacional Providencia tuvieron lugar en marzo de 2005. Desde entonces, es un lugar de encuentro para las religiosas que trabajan en la continua renovación de todos los aspectos del compromiso de la vida consagrada apostólica.

Continuar con la adaptación y la apertura al mundo  en evolución es un movimiento básico que persiste y sigue siendo parte de las Orientaciones del Capítulo General. Más que nunca, las Hermanas de la Providencia confían en la Providencia, reafirmando con fuerza su promesa de continuar su Misión. Se comprometen resueltamente en el mundo para aliviar el sufrimiento humano, en todos los países donde se encuentran presentes.